9 de diciembre de 1909

 

44 Fontenoy Street, Dublín

 

Mi dulce sucia pajarita cogedora. Aquí está otra nota para comprar bragas bonitas o ligueros o ligas. Compra bragas de puta amor, y trata de perfumarlas con algún suave aroma y de decorarlas también um poquito por atrás.

Pareces ansiosa de saber cómo recibí tu carta que dices es peor que la mía. ¿Cómo que es peor que la mía, amor? Sí, es peor en una o dos de sus partes. Me refiero a la parte en la que dices que lo harás com tu lengua (no me refiero a que me chupes) y en esa amable palabra que escribiste tan grande y subrayaste, pequeña pícara. Es estremecedor escuchar esa palabra (y una o dos de las que no escribiste) en los labios de una chica. Pero ojalá hables de ti y no de mí. Escríbeme una carta larga, larga, llena de esas y otras cosas acerca de ti, querida. Ahora ya sabes cómo parármela. Dime las cosas mínimas acerca de ti tan minuciosamente como sean de obscenas, sucias y secretas. No escribas más. Deja a cada oración llenarse de sucias palabras y sonidos sin recato. Son lo más amable de oír y de ver en el papel, porque las más sucias son las más bellas.

Las dos partes de tu cuerpo que hacen las cosas más sucias son las que yo más quiero. Prefiero tu culo, querida, a tus tetitas porque hace cosas más sucias. Si amo tanto tu concha no es por ser la parte de tu cuerpo que penetro, sino porque hace otra cosa sucia. Puedo pasar todo el día acostado masturbándome en la contemplación de la divina palabra que escribiste, y la cosa que dices quisieras hacer con tu lengua. Ojalá pudiera oír a tus labios murmurando esas poderosamente excitantes palabras obscenas, ver tu boca haciendo ruidos y sonidos lascivos, sentir tu cuerpo agitándose debajo de mí, oír y oler los gruesos sucios pedos de muchacha ir pop pop fuera de tu hermoso culo de muchacha desnuda y coger, coger, coger, coger a mi ardiente culo sucio de pajarita cogedora por siempre.

Estoy contento ahora, porque mi putita me dijo que quiere entregarme su trasero, y quiere que la coja por su boca, y quiere desabotonarme y sacar mi palito y mamarlo como una teta. Más y más sucias que éstas quiere mi pequeña cogedora desnuda que le haga, mi perversa excitable amante, mi dulce pedorrita obscena.

Buenas noches mi conchita, me voy a acostar y pajearme hasta acabar. Escribe más y más sucias cosas, querida. Acaricia tu conchita mientras me escribes para hacer peor y peor lo que escribes. Escribe grandes las palabras obscenas y subráyalas y bésalas y ponlas un momento en tu dulce sexo caliente, querida, y también levanta un momento tu vestido y ponlas abajo de tu querido culito pedorro. Haz más si quieres y mándame entonces la carta, mi querida pajarita cogedora del trasero café.

 

JIM

 

 

 

 

16 de diciembre de 1909

 

44 Fontenoy Street, Dublín.

 

Dulce niña querida, ¡finalmente me escribes! Seguro que has masturbado ferozmente esa sucia conchita tuya para escribirme una carta tan incoherente. En cuanto a mí, estoy tan fuera de forma que tendrás que lamerme una buena hora antes que pueda tener un cuerno lo suficientemente firme para metértelo, no digamos para cogerte. He

hecho tanto y tan seguido que me da miedo mirar cómo lo he hecho, después de todo me lo he hecho. Querida, por favor no me cojas demasiado a mi vuelta. Coge todo lo que quieras fuera de mí por ahí de la

primera noche; pero dame tiempo para reponerme. Querida, toda la cogida debe ser hecha por ti, porque como estoy de blando y diminuto ninguna niña en Europa, a excepción tuya, desperdiciaría su tiempo y energía conmigo. Cógeme, querida; en todas las nuevas formas que tu deseo sugiera. Cógeme ataviada con tus vestidos de calle, con tu velo y tu sombrero puestos, con tu cara sonrosada por el viento y el frío y la lluvia y tus botas embarradas; cógeme también a caballo sobre mis piernas, cuando esté sentado en una silla, montándome de arriba hacia abajo mostrándome los ribetes de tus bragas y mi pito firmemente clavado en tu concha, o móntame sobre la espalda de un sillón. Desnuda, cógeme, solamente con tus medias y tu sombrero puesto, acostados en el piso, con una flor roja en el culo, montándome como un hombre, con tus muslos entre los míos y tu robusto trasero. Móntame vestida con tu bata de estar (ojalá tengas esa tan bonita), con nada debajo de ella, ábrela repentinamente y muéstrame tu vientre y tus muslos y tu espalda y empújame sobre ti, encima de la mesa de la cocina. Cógeme con tu culo, boca abajo en la cama, con tu cabello suelto, desnuda, pero con tus adorables bragas rosas perfumadas, abiertas desvergonzadamente de atrás y medio caídas, de modo que se pueda entrever un poco tu trasero. Cógeme si puedes acuclillada en el baño, con tus vestidos levantados, gruñendo como una puerca que caga, y una gran cosa grue sa sucia serpenteando con lentitud fuera de tu trasero. Cógeme en las escaleras, en la oscuridad, como una niñera cogiendo con su soldado, que le desabotona gentilmente la trusa y desliza su mano en su pajarito y lo acaricia con su camisa y con ese contacto se va humedeciendo y entonces lo toma con suavidad y lo acaricia junto con sus dos bolas a

punto de estallar y finalmente agarra atrevida la pija que ella ama y la manosea y la acaricia suavemente, murmurando para él en sus oídos palabras obscenas e historias indecentes que otras chicas le han contado a ella y ella dice cosas sucias y se mea las bragas con placer y deja salir suave, quieta tranquilamente tibios peditos de su trasero hasta que su clítoris está tan firme como el de él y de pronto se lo mete y lo monta.

¡Basta! ¡Basta per Dio!

He acabado y todas las tonterías han desaparecido. ¡Ahora, la respuesta a tus preguntas!

Todavía no hemos inaugurado. Te mando algunos carteles. Esperamos inaugurar el veinte o veintiuno. Cuenta catorce días a partir de entonces y tres y medio más para el viaje y estaré en Trieste. Prepárate. Coloca un lindo linóleo marrón agradable en la cocina y, para la noche, cuelga un par de cortinas rojas comunes en las ventanas.

Procura un sillón cómodo y barato para tu perezoso amante. Haz todo lo que te digo, querida, pues una vez que llegue no me moveré de esa cocina en una semana, leyendo, repatingándome y mirando como preparas la comida; y hablándote, hablándote, hablándote, ¡Qué supremamente feliz seré! ¡Dios mío, allí seré feliz! I figlioli, il fuoco, una bona mangiata, un caffé nero, un Brasil, il Piccolo della cera, e Nora, Nora mía, Norina, Noretta, Norella, Noruccia, ecc, ecc...

Eva y Eileen deben dormir juntas. Consigue algún lugar para Georgie. Quiero que Nora y yo tengamos dos camas para el trabajo nocturno. Estoy manteniendo y mantendré mi promesa, amor mío. ¡El tiempo vuela, vuela rápidamente! Quiero regresar a mi amor, mi vida, mi estrella, mi pequeña Irlanda de ojos extraños! ¡Cien mil besos, cariño!

 

JIM

 

 

 

[James Joyce. Cartas de Amor a Nora Barbacle. Trad. Felipe Rua Nova]