BOSQUE
El
poema no escrito que se ríe del verbo
paraliza
mi mano sobre el papel em blanco.
La
cabeza es un bosque, otra vez, y la mano, un insecto
con
el
que juega la monstruosidad
y
de la lengua escapan las palabras que la
acosan
como
de un pobre diablo sus sueños de grandeza.
Semejante
oscuridad bien podría anunciar el nacimiento
de
un
poema feliz que ojalá fuera éste.
Ojalá,
ojalá. Quiero volver al bosque,
mis
palabras me llenan: voces que debo interpretar: un
canto
como de hojas, anterior al lenguaje,
la
esperanza, a través de los árboles, de encontrarse en
la
perla
del bosque
con
una "luz no usada" que lo ilumine todo en el
espacio
de
un instante de siempre
y
olvidando el lenguaje que repta, abrir el corazón al
canto
que
lo colma.
El
corazón: la boca del poema imposible
tan
parecido a la
felicidad.